Un niño pequeño, un perro callejero y la impermeabilización del sofá: me pregunto si se podrá
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Un niño pequeño, un perro callejero y la impermeabilización del sofá

impermeabilización de sofás

Una simple impermeabilización de sofá podría haber solucionado esta historia que tengo que contaros hace mucho tiempo, pero por alguna razón se pospuso y pospuso varias veces por motivos económicos y también por relajación y pereza.

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¿Qué puede hacer un bebé si sus manos no están firmes en sus primeros meses de vida?

Además, ¿qué puede darse cuenta un pobre perro callejero acerca de no orinar en un sofá si nunca ha sido entrenado?

Eso sí, en ambos casos el responsable de ellos debe tener mucho cuidado, no dejar que el bebé y mucho menos el perro se acerque al sofá del salón con líquidos, además no debemos olvidar que las sillas o cojines tapizados pueden provocar esto. tipo de vergüenza.

El estuche del bebé y el sofá.

Por culpa de sus padres, el bebé era alimentado constantemente mientras estaba sentado en la cama. sofá de la casa, y además en este mismo sofá fue amamantado.

Y quien más sufrió en este caso fue el sofá sin impermeabilización, porque la leche se derramaba constantemente, incluso sin querer, o el bebé vomitaba en ella.

Pasaron los años y los años y el sofá ya era un desastre y fue tirado al reciclaje por sus dueños.

El sofá fue donado mediante reciclaje a una pareja pobre con un perro

Y quiso el destino que, tras la donación del sofá, su dueño empezó a trabajar como ayudante en una empresa que prestaba servicios de impermeabilización de sofás.

Desgraciadamente, en su casa, su perro callejero orinaba dos o tres veces por semana en aquel viejo sofá, y ahora sabiendo cómo impermeabilizar la tapicería, su dueño decidió que él mismo tendría que hacer el trabajo en su sofá, ya que su insistió su esposa, dejando al perro callejero dentro de la casa, algo que él odiaba.

Agregar unos cuantos dólares para impermeabilizar la tapicería

Y así fue como el joven se esforzó en aprender las técnicas, y sin ni siquiera hacer un curso de impermeabilización y limpieza de sofás, ahorró algunas monedas y realizó ambos servicios en su viejo sofá.

Y lo curioso de esta historia fue que ahora con el sofá prácticamente nuevo, su dueña no deja que su perro se acerque a la tapicería del salón. Lo entenderás, ¿verdad?

Conclusión

Si te identificaste con esta historia, o conoces a alguien que haya pasado por esta situación, y quieres conocer buenas empresas que funcionan a la perfección, te recomiendo visitar el blog: